
Abogamos por la intervención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el tema, destinando los salones de la planta baja, donde funcionaba la confitería, y los del primer piso, que se utilizaban para eventos de todo tipo, a espacios dedicados a la difusión de la cultura y la preservación de identidad porteña, más allá del uso comercial que pueda realizarse bajo estos parámetros.
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