Con ella nos ahorramos palabras que tal vez otras personas no entenderían y, en
cambio, establecemos un idioma universal que nos es familiar a todos. Nos da
placer, nos hace libres y nos consuela de la imposibilidad que tenemos los
humanos de volar como los pájaros, acercándonos un poco al cielo, a lo sagrado,
a lo infinito. Es un arte sublime, diferente cada vez, que se parece tanto a hacer el amor que al finalizar cada representación nos deja el corazón latiendo muy fuerte y esperando con ilusión la próxima vez.
Elida Casco
Prof.de tango y milonga
No hay comentarios:
Publicar un comentario